Los Valores y
Autora: Rosa Bravo
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Actualmente la sociedad vive tiempos de incertidumbre y crisis, por ello también de retos y oportunidades. Todo cambia a velocidades vertiginosas hasta pareciera que lo único que permanece es el cambio permanente. Si las generaciones anteriores nacían y vivían en un mundo de certezas y valores absolutos, en el que los cambios eran a un ritmo tal que podían asimilarlos con naturalidad, hoy se siente que el vértigo de los cambios continuos asoma a un mundo desconocido, misterioso, extremadamente complejo, y que, en consecuencia se hunde estrepitosamente bajo los pies de las viejas certidumbre y seguridades.
A nivel mundial la tecnología, los medios de comunicación y la globalización han minado y tergiversado las formas de pensar y actuar del ser humano. Se vive en un profundo relativismo ético y cada vez más cada uno decide que es bueno y que es malo, que se pude hacer y que no se puede hacer. La realidad es que se vive una época plagada de violencia, pobreza, abandono, indiferencia, egoísmo personal y en donde los valores morales, éticos y espirituales están en desamparo en lo que respecta al desarrollo del ser, del hacer y del tener en la sociedad actual.
En este sentido Venezuela no escapa a dicha situación, pues día a día se ve y se vive en el país una crisis de valores que enajena a la sociedad el derecho de construir sueños, alcanzar metas y experimentar paz y tranquilidad tanto personal como social. Lamentablemente todo eso se desvanece por la violencia, la indiferencia, la intolerancia, la agresividad, la falta de amor y de respeto, entre otros desmesuradamente, sin distinción de clase social, edad, raza, credo o religión, y tal parece que las instituciones como la familia y la escuela que daban seguridad, se hunden ante los ojos de todos, quedando desnudos, sin seguridad ni convicciones a la intemperie.
Especialmente en el contexto de la educación primaria, las aulas de clase se han convertido en verdaderas campos de batallas, donde la agresividad, la intolerancia y la violencia están a la orden del día, pues es allí donde los niños y niñas practican a diario, antivalores entre sus compañeros de clase, amigos y maestros, lo cual se ha vuelto algo cotidiano y hasta “normal” alcanzando niveles muy altos y volviéndose la forma de comunicación entre ellos. Esto sin lugar a dudas tiene sus causas bien complejas, pues son muchos los factores que inciden en este problema de crisis de valores en los niños y niñas en edad escolar, lo cual a larga originan otras consecuencias como vendría a ser la delincuencia, y el consumo de drogas, que para la sociedad seria difícil de abordar y erradicar.
Las causas que originan este descalabro social pueden ser diversas y combinadas, relacionadas con los medios de comunicación, la familia y la escuela. En cuanto a la familia los conflictos familiares, padres irresponsables en la crianza de sus hijos, presiones económicas y pobreza. Dichas causas se vuelven enormes monstruos porque no es fácil llegar a abordar tal problemática, y menos aún si la institución base, como es la familia, presenta un estado de disfuncionalidad en todos los aspectos mencionados.
En este orden de ideas, no cabe duda que se está viviendo en un mundo cada vez mas complejo, plural e imprevisible, donde los valores se han echado a un lado y los disvalores o contravalores han ocupado la escena en todos los niveles y estratos sociales del país, y por tanto socavando con ello el verdadero desarrollo del ser humano de forma positiva en sus dimensiones cognitiva, afectiva y conductual. Para abordar toda esta problemática existente por su puesto se requiere de personas con un pensamiento complejo, relacional, problematizado, un pensamiento que ayude al sujeto a comprender mejor la dinámica relacional existente en el tiempo y espacio en que se encuentra.
Debido a esta complejidad, la educación precisa dar respuestas adecuadas, competentes y oportunas. En este sentido Vilar (1997:21) comenta: “La sociedad se hace cada vez mas compleja, por las diversas tendencias que conviven. Esa complejidad tiende a aumentar, al relacionarse diferentes niveles de realidad, y por lo tanto se exige construir conocimientos correlativamente complejos.” De allí que todo problema necesita y debe ser abordado bajo métodos transdiciplinarios.
Lo que se quiere destacar en este momento es que la gran mayoría de los problemas poseen una naturaleza transnacional, transdiciplinar y absolutamente compleja, desvelando un mundo cada vez más enredado y globalizado, no sólo en la relación con las redes científicas, económicas y tecnológicas sino también en cuanto a sus vaivenes y desgracias. Y como, seres humanos, todos somos absolutamente vulnerables en el proceso de vivir y convivir, en el proceso de ser y conocer. La crisis de valores por la que se atraviesa en la actualidad es por lo tanto, de naturaleza ontológica, epistemológica y, consecuentemente, crisis generadoras de otro tipo de crisis: la de naturaleza antropológica, al cuestionar la propia humanidad y afectar a la vida de todo ser humano.
Desde las diferentes disciplinas científicas-técnicas que estudian el comportamiento de las personas, los investigadores que explican las estrategias o mecanismos cognitivos que posibilitan las relaciones entre individuos y los aprendizajes que adquieren, se concensúa en definir los primeros años de vida, como determinantes para que la integración de los sujetos en las sociedades sea adecuada a las normas, costumbres, valores éticos-morales que dichas sociedades postulan como válidos y prioritarios para su propio progreso económico y cultura.
Esto quiere dar a entender, que se trata de trabajar las dimensiones morales de las personas para así potenciar el desarrollo y fomento de su autonomía, racionalidad y uso del diálogo como mecanismo habilitador en la construcción de principios y normas, tanto cognitivos como conductuales. Dichas dimensiones, posibilitan la equidad y empatía necesaria en dicho proceso, para que las formas de pensar y actuar se presenten parejas en una relación simétrica frente a la resolución de conflictos de valores. Es necesario realizar una integración de los conocimientos, sin embargo en lo que respecta al campo educativo los docentes en su mayoría todavía desconocen como hacerlo.
El ser humano posee una naturaleza absolutamente compleja en su totalidad, razón por la cual no debe ser entendida de modo fragmentado, sino a partir de su dinámica constitutiva de naturaleza compleja, además la complejidad, como factor constitutivo de la vida y, por lo tanto, del pensamiento, del conocimiento y de la acción, afecta esquemas lógicos de reflexión y obliga a una redefinición del papel de la epistemología, como lo informan Morin, Ciurana y Motta (2003).
La complejidad, como propiedad sistémica, está presente en todos los dominios sistémico-organizacionales de la vida, sea da naturaleza física, biológica, social, política o cultural. Puede ser considerada, por lo tanto, como un concepto guía del pensamiento y de la acción, y que nos ayuda para entender y para organizar la realidad mutante.
Así la complejidad es también una guía para la comprensión de los mecanismos funcionales del pensamiento, del conocimiento y de la acción humana. Es una guía del pensamiento considerado de nivel paradigmático, pues la complejidad se refiere tanto a la manera como caracterizar el ser y su realidad, y también como organizar las vidas y las ideas.
Como principio ontológico, la complejidad revela que la realidad y el individuo constituyen entidades no divididas, que la separación es una distorsión de la realidad y que el patrón de la vida es siempre un patrón en red (Capra, 1997; Maturana, 1995 Morin, 2002) es por lo tanto, una realidad multidimencional. Esta complejidad constitutiva del ser y de su realidad presenta implicaciones epistemológicas y metodologícas, revelando una serie de desdoblamiento importante y significativo para diversas áreas del conocimiento humano y, en especial, para la educación.
En este orden de ideas, se puede señalar que el reto que supone la consideración de la educación en los valores como eje transversal implica, en primer término, un compromiso de la comunidad educativa para convertir la globalidad del proceso de enseñanza y aprendizaje en un proceso profundo y verdaderamente humanizador, es decir, un proceso que favorezca el despertar de un nuevo tipo de persona cada vez más libre, más consciente, más sensitiva, crítica y más creadora; una persona capaz de elegir y de tomar decisiones, y plenamente consciente de sus posibilidades y responsabilidades de cara a la intervención dinámica en la construcción de un futuro cada vez más equilibrado, más justo y más solidario.
Esta acción educativa es, sin duda, ambiciosa y compleja, y todos los educadores deben estar conscientes de que, el día a día de la escuela, entraña serias dificultades debido, a la frecuente desconexión entre los agentes y los ámbitos que, de forma directa o indirecta, intervienen en la formación de la personalidad del niño y la niña, pero se trata, a la vez, de una acción y de un reto apasionante, urgente e imprescindible, puesto que constituye uno de los perfiles claves de lo que debería ser la escuela actual y, muy especialmente, la escuela del futuro.
Es Morin (1996) quien, una vez más, alerta de que es preciso instaurar un nuevo paradigma que favorezca la transdiciplinaridad del conocimiento humano. Ella es la que ayudara a romper con los patrones actuales de casualidad linear y de objetividad simplificadora del conocimiento y de la realidad.
Es necesario asegurar el espacio de la interconexión entre los saberes, porque es necesario religar las disciplinas, lo que exige un pensamiento transdiciplinar, transversal; un pensamiento expandido que religue la parte y el todo, el micro y el macro, lo singular y lo universal.
La educación requiere del compromiso moral de sus actores, los profesores. La transdisciplinariedad postula una nueva actitud frente a las cuestiones originarias de la multiplicidad de los saberes, de las disciplinas científicas y de la tecnociencia.
En este sentido, los docentes deben reflexionar sobre los dos aspectos que se consideran inherentes a la tarea educativa: formar a un ser humano, capaz de desenvolverse en convivencia social aceptable, y la capacitación relacionada con la adquisición de habilidades y destrezas que le permitan crear ámbitos de acción y poner en práctica modos de hacer.
El sistema educativo cualquiera que sea su realidad está sometido constantemente a múltiples estímulos externos, alejados en muchos casos de los que espera la educación, formar a una persona que sea capaz de dirigir su propia vida, basada en la internalización de los valores mínimos, como la libertad, justicia, solidaridad, tolerancia, respeto y que le permita actuar de manera autónoma e insertarse positivamente a la sociedad.
Por lo tanto, se necesita urgentemente un pensamiento transdiciplinar alimentado por la complejidad, la lógica del tercio incluido y por la comprensión de la existencia de los niveles de la realidad y de sus consecuencias innumerables, para que, como humanidad, verdaderamente se pueda responder con mayor seguridad y competencia a los tres grandes desafíos presentados por Edgar Morin (2000); el desafío de la globalidad, de la complejidad y de la expansión descontrolada del saber. Tales desafíos, según él, vienen acompañados de otros desafíos y de la necesidad cada vez mayor de dominar e integrar informaciones, transformándolas en conocimientos; de revisarse permanentemente el conocimiento para que el pensamiento pueda ser revisado, reconociendo el pensamiento como el bien mas precioso que se tiene.
REFERENCIAS
Aja, J; Albaladejo, C y Otros. (1999). Enciclopedia general de la educación.
OCEANO. Grupo Editorial: Barcelona- España.
Arias, F. (2004). Proyecto de investigación. Episteme: Caracas-Venezuela.
Carrizales, E y Martín, L. (s/F). Enseñanza en Valores. Mimeo. Ciudad Bolívar-
Venezuela.
Decanato de Investigación, Extensión y Postgrado (2006). La investigación: un enfoque integrador transcomplejo. Maracacay; Venezuela: autor.
García, A; Vilda, C y otros. (s/F). Educación en Valores un Reto Compartido. Cuadernos para
Ministerio de Educación. Caracas – Venezuela.
Morin, E. (1996) Ciencia con consciencia. Río de Janeiro. Brasil
Morin, E. (2000) Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Sao Paulo. Brasil.
Morin, E; Ciurana, R; Motta, R. (2003) Educar en la era planetaria: un pensamiento complejo como método de aprendizaje para el error e incertidumbre humana. Sao Paulo.
Vilar, S. (1997) Comprender la complejidad con métodos transdiciplinarios: la nueva realidad. (Material mimeografiado)
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